Blades, escritor sin música

JUEVES

Espejo de la memoria

Ha hecho, con sus 14 libros de poemas, una canción de fidelidad y amor, un retrato de la geografía, la flora y la psicología de su país. Julieta Dobles (San José, 1943) tomó esa foto con sus cinco sentidos, la música de su palabra y la inquietud por apresar el tiempo fugitivo que se lo lleva todo. O lo cambia por una escena diferente que enseguida comienza a irse y a transformarse también.

Ella suscribió hace tres décadas el llamado Manifiesto trascendentalista de la poesía costarricense. Allí se propone la búsqueda de los asuntos básicos de la creación en lo que Rilke denomina el espacio interior. En ese quicio encontró la manera de hablar de la vida, la muerte, el amor, la eternidad y la fraternidad humana, que son las claves de su poética.

La experiencia y los años la llevaron después a descubrir dominios como la naturaleza, los ambientes de las casas donde ha vivido en Costa Rica, España, Israel o Estado Unidos, la memoria de viajes y los recuerdos de la familia.

La señora Dobles, profesora de ciencias, literatura, comunicación y lenguaje, publicó su primer libro, Reloj de siempre, en 1965. Y salió ahora Espejo de la memoria, el primer tomo de una antología de toda su poesía editada bajo el título de Obra en marcha.

Se le describe como una mujer amable, educada y sencilla que recibió con sorpresa planificada el anuncio de que se le concedió en 2013 el premio Magón, el mayor reconocimiento cultural que ofrece el estado de Costa Rica. El jurado dijo que se trata de «una artista de la poesía poseedora de una fuerte personalidad, cuya producción es inconfundible, no sólo por la profundidad de sus concepciones y pensamientos sino también por la sencillez de su lenguaje».

Lo aceptó con la misma contención y ecuanimidad que los cinco premios nacionales de literatura Aquileo J. Echevarria que le han dado por libros como El peso vivo, Los pasos terrestres, Amar en Jerusalén, Costa Rica poema a poema y Poemas para arrepentidos.

La poeta costarricense no ha olvidado a la muchacha que comenzó su vida literaria con un cuaderno mimeografiado y encuadernado a mano, a la adolescente que se consideraba amante de Agustín Lara al que sólo conocía del cine y los periódicos ni a la estudiante nerviosa que apuntaba versos.

La filóloga y presidenta de la Academia Costarricense de la Lengua, Estrella Cartin de Guier, elogia el talento de la escritora desde la altura y los riesgos del trapecio: «Se vislumbraba en ella su capacidad creativa y su vocación poética. Tuve el honor de contarla entre mis alumnas y en una oportunidad, al leer un trabajo suyo, estuve tentada de preguntarle, como hizo el padre de Neruda al leer los primeros versos de su hijo: «¿De dónde los copiaste?».

Estos versos de Julieta Dobles son de su poema Lección indispensable: «Deja así las almohadas,/ no las cubras./ Ni despereces la colcha y su jardín/ de estampados ansiosos./ En él hemos jugado a ser eternos,/ a recoger la mínimas migajas del placer/ con que la vida quiere agasajar/ nuestra bella osadía.»

VIERNES

Literatura con bongó y maracas

Joseíto Fernández (1908-1979) el trovador cubano que escribió en 1928 la música de la Guantanamera, cantó durante 15 años por una emisora de radio la crónica roja habanera. No había crimen pasional, balazo o puñalada en un bar que se librara de la tonada y de las décimas de aquel personaje que recorría la ciudad vestido de blanco bajo un sombrero que parecía el techo del mundo.

Su pieza se hizo después universal con los versos del poeta José Martí. Las letras de Joseíto lo dejaron tendido en los hechos de sangre y en tres o cuatro canciones de amor.

Rubén Blades (Ciudad de Panamá, 1948) otro de los cantautores legendarios de América Latina tiene un destino diferente. Si hasta ahora se le conocía como el poeta de la salsa, el escritor Edgar Borges (Caracas, 1966) viene a reclamar, con un libro de investigación, un espacio para el músico en la literatura de su país.

El venezolano está seguro de que Blades ha llegado a intelectualizar la salsa y que sus canciones tienen detrás una historia que sale a flote y se queda en un relato si se leen sin el acompañamiento musical.

Borges, autor del libro Vínculos: apuntes con Rubén Blades, propone con su obra un enfoque distinto al trabajo del artista de Panamá y muestra su interés por acercarse al hombre que escribe las letras de las canciones. «Lo que yo hago», dijo, «es vincular su inquietud literaria con las mías, que son las de muchísima gente que escribe o que vive en las calles, en los barrios».

El narrador y dramaturgo caraqueño confiesa que Blades influyó de cierta manera en su trabajo. «Sentía que esas canciones que escuchaba tenían algo que ver con la literatura. Me parecía que tenían mucha relación con los cuentos de García Márquez o de Cortázar».

Borges ha escrito importantes novelas y relatos y un monólogo sobre la trágica vida del cantante puertorriqueño Héctor Lavoe.